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FLIES

Moscas en la Cocina (I)

Todos tenemos otro que también somos.

Por eso es mejor evitar los espejos.

Cruza la calzada una mujer paseando a su perro de dos patas suspendiéndolo del rabo.
El alma es un simple trozo de madera cilíndrica de aspecto inútil.

Hay silencios que se esconden dentro de las cajas vacías.
Recordar es como soñar, porque ni existe una cosa ni la otra.
Incluso cuando eres una lata de aceite derramada llegas a saber que lo vertido es aquello que de la imaginación sobraba.

Tan difícil es ser fácil como fácil ser difícil, dijo la puta al cocinero mientras jugaban a las cartas.

Cuando no salimos del refugio, ya no es refugio.
El sentimiento de las cafeteras es el mismo que el de los números y las letras.
Cruza un funámbulo el océano entero sin saber nadar ni volar.
Y suspiraba ansiosa la langosta, preguntándose a si misma, qué demonios hacía en el fondo de una fregadera.

Da igual que les falte la cabeza, el tronco o las extremidades. Los maniquíes saben que siempre estarán locos.
Son a su vez prisioneros los tornillos que alojados en el interior de una pieza condenan el movimiento de otra.

Construyó un muelle con tanta fuerza que lanzaba los payasos hasta donde duermen las ruedas de los elefantes.
Llora un reloj sin cigarro en el escalón de un portal. Todos me han engañado, solloza.
Lo inmenso es falso en las montañas de calcetines. Dentro es ligera estructura de madera.

En la mano izquierda una maleta. Hilo atado a un globo en la derecha. En lugar de cabeza, una jaula.
Las tres de la mañana es la hora en la que todas las sillas con zapatos ríen la muerte de las mesas.

Si no se abre tal vez prefiera estar cerrada.
En los hoteles decadentes la mayoría de los interruptores acaban enamorados de los pomos de las puertas.
Dos peluches con sombrero yacían abrazados en el interior de un ascensor.
Con los ojos cerrados sueñan la realidad los retrovisores de los coches.

Encontrarse el punto de apertura justo entre chorro y goteo no es la única obsesión de los grifos autistas.
Los pianos son conscientes de la soledad que sienten.
Saltó al vacío un ventilador desenchufado.

Una piedra, una cuerda y una polea, eran suficientes para que la puerta se cerrara sola.
Las farolas se sienten inútiles durante el día.
Se arrancó el cargador y le prendió fuego.

De los rodamientos quebrados se consiguen esferas preciosas.
Alrededor de los árboles metálicos giran los amantes ridículos sin llegar jamás a rozarse.
En bucle muere aplastada la ilusión del ingenuo.

No pisan el suelo los niños de brazos infinitos.
Miles de llaves flotando indecisas se detienen delante de una burbuja.
Qué terrible ser, el incrédulo de sombra lánguida.
Qué terrible es, cuando se extiende su atroz desidia.

Mira un pez las huellas que dejan sus pies.
Envejece el entusiasmo si desconfía su delirio.
Duelen más los nervios que los huesos, dijo al volante el enfermo.

Con la mirada inventan las manos tocar lo que no pueden.
No es cuestión de tiempo que se convierta el perro en caballo.

Infecta de torpeza duerme la pereza.
Cápsulas de cromo atrapadas en una bolsa de red.
Noches desafortunadas recorren túneles de almohadas tristes y sábanas arrugadas.
Comenzó a preocuparse cuando por segunda vez bajó a la calle en zapatillas de casa sin darse cuenta.

Se fugaron juntas la rata y la culebra.
Toros deformes posan desnudos para un ciego escultor.
Cuellos estirados, bocas abiertas y dientes prominentes.
Se desintegran las gotas de agua sobre el hierro incandescente.
Dos coches se besan en el rincón de un frontón.
Cuentan hasta diez y vuelven a empezar.

Abrió la caja de las ideas y empezó por una de ellas.
Treinta narices de payaso clavadas en la pared.
No siempre es oportuno visualizar antes de ver.

Regaba un aspersor excitado la espalda de un ternero borracho.
Un espantapájaros convaleciente aprendió a ser fluorescente.
Como los clavos se sacan los hábitos.

Se ahorcó un zapato con el cordón del otro.
A las cerillas apagadas aún les queda un trozo de esperanza.

Los relojes de arena son los únicos en dar sentido al tiempo.
Se sentían idiotas los que tuvieron que aprender a ser felices.

Entre todas las casualidades, algunas son escogidas.
Lo importante de las paralelas es la distancia entre ellas.
No están tan ordenados los ordenados.

Moscas en la Cocina (II)


Vivir lentamente no es hacerlo más despacio.
Suben y bajan, pero los ascensores no avanzan.
No queda más remedio que atarse a camas verticales.

Cambian los soñadores cada vez que dejan de ser ellos mismos.
Campanas de porcelana se abrazan antes del concierto.
Cuando mueres al amanecer empieza otro día.

Los cubos sucios con fondo roto no sirven para recoger goteras.
El agua envidia al vino por su baja autoestima.
Están cansadas las botas del trabajo.

Decidieron juntos que lo inmenso fuera efímero y lo diminuto eterno.
Es todo un reto para los tapones de las bañeras retener el agua hacia arriba.
En cuanto se convierte en realidad hay que inventarlo todo de nuevo.

Llega la aflicción más allá de las ruinas.
Cuelga del suelo una cuerda que sujeta el techo.
La ilusión de los adictos es encontrar otro laberinto.

No es arte la chatarra pero sí chatarra el arte.
Los sacos más pesados están llenos de dudas.
Una vez que sabes ya no queda nada.

Cuerpos sobre cuerpos sin remordimientos.
Dos circunferencias secantes contienen el mismo llanto.
Escapan de las trampas las pieles sin abrigo.

Un acordeón envuelto en celofán recuerda motivos placenteros para olvidar sus rencores.
Que se acostumbren los coherentes a las espirales y torbellinos.
O te vuelves lobo o mueres oveja.

Telas azules viajan a oscuras en contenedores oxidados.
Ojos microscópicos te dan la bienvenida en los pasillos de los colegios.
Cerrojos ausentes en las letrinas de puertas verdes.

Obras de teatro sin teatro.
Fardos de paja en las retinas.
Pies descalzos sobre charcos.

Entre copa y copa se maquillan las marionetas que divagan entorno al azar.
Trenes de juguete atropellan muñecas suicidas.
No cantan los hombres pájaro cuando se saben dentro de cubos celda con vistas al mar.

Por los pasillos apuntalados se abren paso los escuálidos.
Con el pelo trenzado las unas a las otras forman corros cerrados las niñas sin brazos.
Jamás hacen las paces las parejas de guantes.

Ignora el que no se enfrenta.
Vuelven siempre los perdidos a estar perdidos.
A base de pliegues se parte el alambre.

Son gigantes los minutos desde el suelo.Tú decides si acabas conmigo ahora o robarme el alma para siempre.
Desde ciertos miradores el pasado es tan irreal que parece un mundo fantástico.

Moscas en la Cocina (III)


Llueve luz cuando encuentra paz el acongojado.
Cambia el sastre de peluca para mirar distinto.

Como en orgías se retuercen las colillas sobre sus cenizas grises.
Campos de concentración para mentes dispersas.

Gafas para respirar de cerca.
Torres caracol ascienden junto a escaleras gato.

Por el cristal pasan de largo las sombras.
Vencen los monstruos a sus monstruos.
Adagios para grifos tuertos.

Dentaduras de acero inoxidable muerden palos de escobas muertas.
Nada puede hacerse por los aviones de papel que caen desde los puentes.

Barcos atrapados en la nostalgia de los peces lanzan sus anclas a la superficie de cielos vertiginosos.
Cisternas con fugas de agua en los retretes sueñan con ser riachuelos limpios de sonidos relajantes.

Píxeles de litio administrados en blanco y negro calman la psicosis a maníacos y depresivos.
Ignoran las pinzas en los tendederos de las fachadas de orientación norte que las camisas desgastadas prefieren que las suelten.

Tizas afiladas dejan marcas imborrables.
Se avergüenzan los que menos culpa tienen.
Son hermosos los impulsos de los locos.
Fascinante la ilusión del ingenuo.

Grapadoras nocturnas acechan las esquinas a dos hojas.
Cuarenta y nueve botones cosidos a sus emociones.
Placeres de carnes y huesos en todos los sótanos malolientes.
Piensan torcido los errores.

Cascabeles reprimidos se ocultan silenciosos en cajas de cerillas.
Teléfonos para monos convertidos en humanos inertes.
No apasionan los relojes digitales.
Películas sin argumento tratan mejor los sentimientos.

En los complejos se amarga la belleza.
No saben dónde están los melancólicos.
Se decepcionan las miradas infantiles.
Tenedores y cuchillos enterrados para siempre.

Carcajadas enmarcadas como símbolo inaudito.
Cambios relevantes en los rasgos de la gente.
Cuerpos de mentes de genios dementes.
Desesperados los acantilados echan de menos a Marte.

Moscas en la Cocina (IV)


No hay formas de equilibrio constante,salvo imanes frágiles en tarros herméticos.

Paradojas en guerra contra los sentidos confunden a enemigos con extraños.
Vestigios singulares de cuando hilos son pilares.

Se acurrucan mojados los cachorros huérfanos.
Cortinas de baño como testigos de otras realidades.
No se atreven los espejos a decirnos todo lo que saben.

Dudan los mismos que deciden.
Sólo brillan las estrellas que se miran.

Fabulando mundos raros vencen mudos a los zafios.
Se derrumban los hombres más fornidos cuando sienten como niños.

Matrices de espectros cubren las pizarras.
Se olvida el futuro fácilmente.

Trapecios pensantes permanecen inmóviles.
Ruedas que no avanzan giran sobre si mismas.

Sensibles pero cuerdos encuentran solución a sus demonios.
No viven si no ríen los que piensan.

Mosaicos de trozos de mosaicos de trozos de nada.
Perfumerías clandestinas repletas de esencias secretas de tiempo.

Se sentaba con los perros y dejaba de hacerse preguntas.
Las máquinas de besar no escriben poesía.
Bailan borrachas escoria y alegría.

Primero algo. Luego repetirlo. Después algo. Luego repetirlo.
Qué difícil existir cuando estorba lo necesario.

Se han derretido los semáforos.
Aun cuando se han ido no se van en la vida.
Nada en común tienen los más parecidos.

Hay días en los que el sol es tenebroso.
Doscientas treinta veces la misma noche.
Molinos de viento ardiendo en el horizonte.
Se detienen las almas.

¿Qué hay de cierto en ser humano?

Moscas en la Cocina (V)


Hablan las manos entre ellas.
A cinco armarios fusilados les robaron la ropa roída.

No saben disfrutar las alas del mar.
Se desgasta la piel del sentido.

Violines disparan flechas.
Hay razones para creer que ya no se sostienen.

Un vaquero disfrazado de indio mató a un indio disfrazado de vaquero.
Talismanes pararrayos en todas las cabezas.

Gacelas disecadas de miradas telescópicas.
A oscuras la vida amenaza.

Momentos triviales también son esenciales.
Amarillo peligroso para escrotos vulnerables.

Que gocen libres de temores los que ya temblaron suficiente.
No tiene pareja la muerte.
La soledad vuelve loco al más fuerte.

Chimpancés enanos tocan la flauta felices cuando se suben a los hombros firmes de los osos andarines.
A los gorriones alegres se quedan mirando los ojos más tristes.

Telarañas transparentes son espejos sin reflejo para el fastuoso vuelo torpe de las moscas en la cocina.
Ascensores entre rejas por dar conversación a la gente.

Manicomios cama con almohadas ausentes.
Por las cremalleras abiertas escapan las codornices.
Da lo mismo cuánto si la sensación siempre es de nada.
No sacia el universo a quienes crean uno propio.

Al detenerse le llega el mareo a la noria.
Son nuestros abismos los que sólo ven defectos.

Fregonas saturadas no absorben ya más agua.
De tanto pensar olvidaron las piedras andar.

Para qué ir en línea recta si curvas y barrigas son más armoniosas.
Con razón clama piedad el descuido.
Cuánta belleza invisible.

Moscas en la Cocina (VI)


Acompañan las tortugas a la niña sumergida.
Se retrasan los relojes cada vez que se emborrachan.Demasiado tarde cuando el placer se hace vicio.
Desafortunados los que no quieran morirse.

Qué mentirosa la felicidad cuando nos hace creer que volverá.
Se repiten los números a partir del nueve.
Hay estupideces maravillosas.
Se hunden los flotadores.

Paso a paso tampoco se avanza mucho.
Son desoladores los camiones frigorífico.
Cuatro paraguas abiertos sirven de casa a un mendigo.
Silban a un perro que absorto miraba hacia arriba.

No son tan absurdos los sueños que olvidamos.
Para muchos de los otros lo normal es surrealista.
Vacas despiezadas cuelgan ordenadas.
Ríos coagulados reptan sin destino.

Gimotean aturdidas ciento cincuenta copias de una llave equivocada.
Se quedaron sin aliento dos hebillas congeladas.
No responde el eco de las cuevas inundadas.
Otro día más sin saber a qué se refiere el sol cuando se esconde.

Piojos delineantes trazan planos desconcertantes.
Dardos de cristal aguardan momificados en estuches de terciopelo.
Van de la mano el don y la condena.
Abrazos de carne con carne no se dan de cualquier manera.

Giros dentro de giros tiempo perdido.
Dos gotas de ira mezcladas en almizcle son excelente perfume para la eterna impotencia.
Existen personajes que camuflan sus males.
Transforma al hombre cambiar sus hábitos.

Fotografiar los sentimientos es captar lo que no vemos.
Atacan las bestias cuando menos te lo esperas.

Nada un pez entre sus manos.

Moscas en la Cocina (VII)


Viven los teléfonos tan estremecidos que sólo comunican cuando están desesperados.
Decir algo que en otro momento creímos tener que haber respondido siempre queda fuera de lugar.

Detrás de los libros de las estanterías de las bibliotecas se dejaban dos locos mensajes secretos repletos de garabatos.
De una bota brotaba una pierna que desde su cintura se reflejaba erguida otra pierna con otra bota que era la cabeza.

Rompe a llorar el hombre más feliz de todos los circos.
Para qué se preguntan los que saben cómo.

Se reunieron de nuevo los caracoles para pintarse cada uno de un color los cascarones.
Sienten pánico los indecisos.

Qué más dará volar sin volar que volar de verdad si al fin y al cabo es igual de arriesgado.
Les falta tanto la gente a las sillas vacías que acaban siendo personas.

No compensa lo rápido que pasa el tiempo a veces con lo lento que transcurre otras.
Fantasía. Siempre la fantasía.

Defendiéndose a coces hirió el burro a un compañero.
A dos grados bajo cero quinientos desquiciados del mundo esperaban en cola su turno.

Encontró huellas de la sensibilidad un explorador en el futuro.
La gravedad en los cuerpos se mide por el impacto de algunos sucesos.

Sólo nuestro nada es mérito.
No tienen a quien consultar las almohadas.

Hay vidas eternas que parecen fugaces.
De qué sirven los contextos si no varían las emociones.

Se cae el contenido de los cajones abiertos cuando las mesillas se dan la vuelta.
Nadie resuelve antes de tiempo.

En los remolinos de rabia se concentra la energía más poderosa.
Luciérnagas de lata iluminan libres y no muertas.

No es trauma el trauma sino todos los siguientes.
Cuando no hay criterio hay misa.

Inventa la vida la mente en otra vida.
Son cada vez más numerosos los otros mundos irreales.

Sigue corriendo el caballo aunque pierda su jinete.
Los colores desmotivados se bañan juntos en mercurio.

Moscas en la Cocina (VIII)


Todos necesitamos algo diferente que más o menos sea lo mismo.
En las calles se imaginan reales los abrazos entre seres discordantes.
Brotan alambres vivos de los cubos de hormigón sensible.
Parejas sin labios enseñan los dientes.

No hay mayor habilidad que la de construir felicidad y alrededor basura.
Frustrante que sólo dé tiempo a llegar como mucho a idiota.

Hirió de muerte el más inofensivo al sentirse amenazado.
Se detuvo el mar y no quiso ser más.
Era estrella el agujero negro.
Miran los ojos como quieren.

Se atrofiaron mutuamente la inteligencia y la belleza.
Inspira el humo iluminado flotando azul turquesa.
A cincuenta niños en cuarenta camas cuentan cuentos un robot y un astronauta.
Qué miedo el invierno cuando no son cuatro los brazos.

Bésame, suplica el agua al aire con nostalgia.
Vomitan nada de tantos nervios.

Que pasen los de corazón de plástico a la sala de rayos X.
En pulido mármol blanco fue esculpida la postura en la que dormían dos gorilas.

Es crónico perder cabezas.
Lo que ganaron en tres vidas se jugó el nieto en un día.

Por la puerta uno los que quieran saber quiénes son y por la puerta dos los que quieran saber quiénes son los de la uno.
Clavando huesos en las paredes de tierra conseguía escapar siempre de las fosas comunes.

En otro lugar estarán las claves que aquí no se encuentran.
Que se convierta el exceso de dolor en un poquito de placer.
Por más que hiciera la sensación era la nada.
Le enseñó su padre todo lo que sabe.

Al menos que reconforte tanto esfuerzo que no compensa.
Hombres y mujeres corren la misma suerte.
Cuerdas sin cometas descansan en la arena.
Alcanzó el arpón la luna y desde entonces según gira se acerca.
Silencio, moscas.
Escuchar y atender todas.

Moscas en la Cocina (IX)


Olvidaros de la poesía que la vida reparte a hostias.
Mudó un libro desorientado a ser casa deshabitada.

Se está mejor en la cuna.

Los unos sin los otros se vuelven ellos mismos.
Si no sangran las manos sangra el sentimiento.

Hartas de los toldos se amaron las manivelas.

No tienen sexo las luces de los coches.
Exactas las medidas fallaban los colores.

En cadena se cometen los errores.

No hagáis caso a la ansiedad cuando inclina las paredes.
Es de neuróticos atragantarse sin espinas.

Si no es real qué pinta en la cabeza.

Bolas de papel orbitan alrededor de lámparas de techo.
Satisfechos los incautos ignoran lo que llega.

De tanto querer olvidaron amarse.
Suman veinte dedos dos mitades.

Crónicas futuras no alteran el presente.
Viajar en el tiempo sin llevar nada en la mente.

No digo que no exista aquello que pensamos.
Es literatura el final de cada vida.

Se obsesionan los cuerpos por lucir esbeltos.
Presiona tener que hacer y no saber el qué.

Subir escaleras que bajan es más que un juego de niños.
Enhebradas las agujas cosen lenguas de trapo.

Le preguntaban por su nombre y respondía que le gustaba el color verde.
Muerta la memoria se libera el alma.

Se escapa el aire de los pulmones rotos.
Nada extraña a los ojos huecos.

Sueños diurnos contra pesadillas nocturnas.
Cráneos calvos con diademas espantapájaros.

Poco importan los motivos por los que ser polvo de talco.

Moscas en la Cocina (X)


Es verdad. No soy yo. Hay gusanos en el techo.

Influirse a si mismo es comer tus excrementos.
Cada noche cruje un barco dentro del frigorífico.
Los niños serios no son niños.
Demasiados principios sin ser verdades.
Dos pobres eran muy felices.
Cuando todo acabe escogeremos un instante de la vida que sea para siempre.
Incluso estando atento se escapan los momentos.
Los cerebros reparados funcionan con esclusas.
Llorar bajo el agua confunde al inconsciente.
Sin herramientas sólo manos son las manos.
Con los pies en la almohada la inquietud finalizaba.
Da más paz el perdón que la venganza
.Se agotó la paciencia de la manta amarilla.
Comprender es pellejo.
Psiquiatras de psiquiatras en un club de carretera.

No se rinda, zapatilla. No se rinda.

Si vives no pienses.
De entre todas las tareas escribir era la mínima.
Son pero no están los despojos de mucho tiempo atrás.
Apenas logran si son sapos subir los bordillos de la acera.
No sólo a nosotros nos encuentran sentimientos.
Amar de verdad tiene más de tres significados.
Qué estupidez la de abrazarse las magnolias.
Algo de comer bastaría en un lugar donde dormir.
Imagina si no imaginas lo fatal que sería.
Para no errar dobla el sentido.
No es en realidad cuanto sucede.
Cambian de forma las preocupaciones.

Moscas en la Cocina (XI)


Tiembla y no mueve el rabo al escuchar sus propios pasos.
Se enfurece la soberbia cada vez más ignorante.

A contratiempo aparece lo real.
No existen las palabras.

Dejaron las personas de ser bellas personas.
Después de los hechos llegan más preguntas.

Se repiten las causas del recogimiento.
Los locos que más sufren son los que no lo están todo el tiempo.

Hay genios que regresan a casa siendo charcuteros.
Llegar alto no es hacerlo lejos.

Se caen los armarios del peso de ser viejos.
Comed piedras cuando estéis muy débiles.

Ya no son posibles los milagros.
Mostremos todos los defectos.

Muerte a la memoria gritaban los fragmentos.
Con toda la mierda que tragamos no es de extrañar que la caguemos.

Para vivir hay que servir.
Son amantes dos fregonas.

Actuar da la verdad.
Negro es blanco negativo.

Mejor decepcionado que desilusionado.
Antes de extinguirse forjó a sus hijos con retales.

El obcecado sigue buscando.
Que no despertemos si soñamos.

Dormida desnuda sonríe la felicidad difunta.
Ladra un perro que por el día es coche.

Es labor del entusiasmo no tener miedo al fracaso.
Desde lejos va muy lento hasta el más rápido.

Hay puentes que se destruyen en cuanto los cruzamos.
Naciendo cada día te acostumbras a morir enseguida.

Leer sin voz es como si nada.

Moscas en la Cocina (XII)


Cuesta admitir que no se pueda.
Más tarde ya es muy tarde.
Darse cuenta es doloroso.
No se apiadan las turbinas.
Sartenes rabiosas no se dan por vencidas.
Se oye un burro hablando con disimulo.
Niños de pelo blanco con chupetes de caramelo.
Se enfadan las tuberías de agua fría.
Todos los paraguas pidiendo ayuda.
Nadie se salva de las miradas vacías.
Tal vez sea mejor creerse las mentiras.
De nada vale ahora qué pensé mañana.
Con radios de bicicletas les hizo las antenas.
Doce relojes en la bañera esperan cada uno su hora.
La rabia que mata el día a día eyacula esperma con sabor a bilis.
Un inventor de maravillas inútiles cenó todas sus pastillas.

Vuelve la piel a sentirse piel.
No hay manera si es genético.
Qué más dará no dejar huella.
Se abren los árboles en cremallera.
Aún laten los corazones que se cubren de musgo.
No paran de reírse los fantasmas tristes.
Para cruzar al otro lado hay que quedarse en éste.
Dar de comer es la forma animal de amar.
Tarde o temprano aparecen los estigmas.
Todo en el mismo tono porque no hay otro que lo entienda.
Lo único importante es que la luz entre por la rendija.
Demasiado tiempo pensando que demasiado tiempo pensando.
A pesar de la coherencia no remedio el desatino.
Sigamos errando hasta que se acabe el vino.

Moscas en la Cocina (XIII)


Aunque no quiera regresa.

Siguen mirando los niños con ojos saltones.
Si se resigna no pesa y más tarde se derrumba.

De nervios de escenario están hechos los sombreros.
Las vidas patéticas son más fotogénicas.

Se pierde estando solo el que guía en compañía.
Organiza el día a día pero no programes nada.

Hasta el límite se tensa el hilo para emitir bello el sonido.
Algoritmos defraudados no resuelven los dilemas.

Más allá de dos peldaños es un riesgo innecesario.
Qué pensarán las vacas cuando lean mis poemas.

No existe diferencia entre escapar y no hacer nada.
Volátil es volátil cuando los abrazos son abrazos.

Diez llaves maestras para una cerradura.
Llegan nuevas drogas sin sustancias químicas.

Sexo siniestro entre cuerpos celestes.
Los violines auténticos suenan a hueso.

No es imposible dormir con los ojos abiertos.
Déjame libre el ímpetu o pereceré sepultado en pena.

Dónde están los moradores que habitaban mis cabezas.
No encuentro razones para vivir en las horas muertas.

Algo habrá que hacer en lugar de tanta queja.
Llamemos luz al más oscuro para confundir a nuestra sombra.

Le explica el sol a una botella qué partes de la vida han de tomarse a broma.
Es agotador morir y resurgir después de tantas veces.

Complejo mantener la mirada al frente.
Algo les pasa a las farolas que siguen llorando enfermas.

La utilidad del arte es dejar de pensar en aquello que no importa.
Por sensato fue condenado a trabajos forzados.

Es más que probable que acabe siendo todo la misma gilipollez de siempre.
Qué puta mierda saber de qué están hechas las mentiras.

Moscas en la Cocina (XIV)


Actuar sólo pensando incrementa nuestras dudas.
No son tan distinguidas las manos de hoy en día.
Con el tiempo se hacen hombres todas las sardinas.
Los secretos compartidos dejan de ser únicos.
No saber es torturarse sin que dé placer alguno.
La vida es tan estricta que ni siquiera los artistas.
La clave es discurrir sin dejar por ello de sentir.
Si la tendencia es obsesiva repetirá siempre mientras viva.
Por más que entierre sus penurias siguen siendo sus penurias.
No son capaces los deseos de poner medida a los excesos.
La cuestión es empezar aunque no sepáis por dónde hacerlo.
Dos minutos de felicidad encuentran un tercero hambriento.
Que sea el objetivo tener un objetivo.
Si los principios son activos qué más darán nuestros finales.
Escapando hacia el futuro no se teme a las verdades.
Los aforismos son muy sabios pero también circunstanciales.
Juguemos a inventar puertas abiertas pintadas en los muros.
Saltando juntos al vacío averiguaremos si nacimos.
Se aburren los extraños cuando logran ser normales.
Lo que muchos aún no saben es que la imaginación es doble filo.
Encontró al robot peluche con quien suplir de nuevo sus carencias.
Amaremos plenamente con las dos mitades que nos quedan.
Se sonrojan las traviesas al mostrar los trenes sus vergüenzas.
Dónde está la diferencia entre el mar y lo desierto.
Mudar la piel continuamente nos hace un poco más serpientes.
Cambió de sexo por un tiempo para comprender al otro desde dentro.
Siguen temblando las cerillas en cuanto se despiertan.
Qué etapa mía es esta en la que siento como prisma.
Hacia delante caminan de espaldas los ojos que no tienen brillo.
Acabemos esta farsa que esperando aguardan otras.

Moscas en la Cocina (XV)


Entre dos fotogramas el tiempo.
Dejemos atrás tanto hedor conceptual y seremos por fin una mierda de verdad.
Vamos a empezar todo de nuevo como cada vez que nos queremos.
No se produce el cambio hasta bien pasada la inercia.
Creer en algo ciegamente no es nada sensato.
Curiosa la habilidad del arte para transformar todo en lo que somos.
No son capaces los paraguas de saludar a los mortales.
Escarabajos raros y marcianos locos hablan de amor en las piscinas vacías.
Si fuera suficiente con vivir no habría más preguntas.
Aplaude una madre a una hija con las alas rotas.
Dicen los fantasmas que detrás de los espejos sólo quedamos nosotros.
Está cerrada la salida que conduce a cielo abierto.
No tienen culpa las heridas de que no les interese ya la vida.
En algún lugar responderán a los estímulos fundamentales.
Surge a veces la felicidad en las grietas de los motores.
Espero que vayan callando los pájaros impostores.
Para qué disimular que llegar no es relevante.
Que vuelvan los niños a ser como niños.
Recuperemos la ilusión que nos robó el asfalto.
No se miran las estrellas al besarse.
Nos engañaron las mismas emociones de siempre.
Es cuando reímos que averiguo en qué consiste amarte.
No caben dos almas en el mismo cuerpo.
Las bombillas de plástico tienen sólo una hora de vida.
Lo peor de cada día es despertar indivisible.
Caigamos en los vicios que son inevitables.
Sabes amar cuando te cubres de sal.
Poco a poco muy despacio van creciendo las espinas.
Planean las camisas volver a volar limpias.
Injusto que anochezca ahora que abro los ojos.
No tienen dueño las maletas.

Moscas en la Cocina (XVI)


Sigo lejos de saber mi nombre.

Todos los aviones en el aire sin querer llegar a su destino.
Perdona si desaparecí pero es que desaparecí.
Para que nada importe nos dejaremos llevar por los sentidos.

Tropieza la necesidad con las piedras de la obligación.
Amaneceres solitarios en compañía de los sapos.
Imagino que camino y concluyo que no camino.
Se rinden las espadas si son cuatro las paredes.

En algún lugar respiran las identidades perdidas.
Ojos sin pestañas no retienen las lágrimas.
Es mentira que la vida sigue cuando a quien quieres muere.
Lo peor de no llegar a loco es saber que no estás loco.

A qué esperan las cortinas para decirnos lo que piensan.
Según pasan los años se vuelven los placeres más extraños.
Viajes a ninguna parte hasta llegar a nosotros mismos.
Seguirá lloviendo hacia arriba mientras estemos cabizbajos.

No os quedéis quietos.
Se despide la ternura para dar paso a lo grotesco.
De qué sirve la destreza cuando las noches son de barro.
Qué poco dura la sonrisa si la tristeza es compulsiva.

Tres enanas hermanas juegan a la comba en una pecera.
No quieren tener emociones las perras malditas.
Son más felices las ruedas que sus ejes.
En el fondo vive el mar atormentado.

Poco evoluciona el que sólo come.
Lo más difícil de llegar a la luna es despedirse luego de ella.
Mueren los magos que no creen en sus trucos.
No se reconocen los espejos delante de nosotros.

Los esfuerzos inútiles también debemos hacerlos.
Ni dando la mano a la muerte son definitivas las conclusiones.
Se hunden los barcos con seres superfluos.

Moscas en la Cocina (XVII)


No es voluntaria la fuerza de voluntad.
Lo importante es que se salven las hormigas.

Disfrutemos hiperactivos lo que no podremos moribundos.
Con tantas contradicciones son escasos los manicomios.

Los que crean tener mala suerte que se desesperen en otro momento.
No sé qué diablos pasa que nos seguimos queriendo.

Tienen más valor las luces en la oscuridad.
No nos escondamos demasiado que luego no hay manera de encontrarnos.

Es lo que vivimos cómo lo vivimos.
De vez en cuando conviene recordar que también hay gente maravillosa.

Objetos de personas son personas sin objetos.
Que el problema sea carecer de tiempo y no de energía.

La tercera fase es volver a la primera.
Noches azules entre crines de caballos grises.

Levita la materia si despiertan los sentidos.
Se va la vida aprendiendo que se va la vida aprendiendo.

Qué será lo real si la distorsión es de la ficción.
No hay contemplación que valga para los granos de arena.

A veces lo que menos nos gusta es lo que mejor sabemos hacer.
De un tajo la vida belleza muda.

Esferas dentro de esferas dentro de esferas dentro de esferas.
Sin asustar a los más jóvenes avisemos de los trompicones.

Tal vez la constancia no será más que haber sido constante.
Si meditar es no pensar mejor cantemos.

Dos tan sólo dos ocultos los dos solos ocultos los dos.
Qué bien se está en otro lugar que no será.

Al final todo consiste en pelar una pipa después de otra.
Igual de viejos los fantasmas a mi lado.

Diferente es lo mismo en distinto momento.
La ropa de los fulminados se perfuma con barniz satinado.

Moscas en la Cocina (XVIII)

Debe ser que todo son ciclos por aquello de estar dando vueltas.

Destensadas las cuerdas ya no son cuerdas.

Apelmazados los cuerpos no dejan de mirar.

Lo que importa no es aquello que más felices nos hace.

Qué raro todo eso tan normal.

Después está el deseo que muere vivo y traicionado.

Guarda un poco de sangre para luego.

Se le escucha lo que piensa de tan intenso el silencio.

El único modo de sufrir y disfrutar con la misma intensidad es ignorando que todo terminará.

A más vidas más vida.

Ya voy mundo bruto poeta curvo de hojarasca.

Retumba dividida la memoria futura.

Ver de verdad sin ser en realidad.

Pegas y penas y mientras con nadie sentir ya.

Algo saben las medusas que no quieren contar.

Tal vez sea mejor no tener ventanas.

A oscuras se pinta el cuadro con más luz.

Cautivo deseo en medio de un sueño.

De las aristas el viento y de las puntas el tiempo.

No es apetito el ansia es laberinto.

Real y de verdad por costumbre naufragar.

Confesó a su dueño un coche que durante el viaje le robó la identidad.

Sálvame sordina una vez más.

Miden los más cautos sus esfuerzos antes de actuar.

Que dejen los abismos de incordiar.

Hay otra voz que no es conciencia.

Quién se indigna si no sueña al pie de un tobogán.

Luces de arena en retinas de muñeca.

Desespera la calma blanca y los nudos son de agua.

Para qué nacer sonido en el interior de una botella.

Nadie responde en alta mar.