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ENTREVISTA

artículo 02

ANDER
FERNÁNDEZ

"LA MAGIA ESCUCHADA"

SHORT PROFILE

Name: Ander Fernández
Birth: 1981
City: Donostia
Ocupation: Musician
arteriamagazine.com/anderfernandez

Ander Fernández ha compuesto la música para la puesta en escena de, entre otras, "Arrastoak" de Dejabu Panpin Laborategia, "Hura ez da Lekua" de Metrokoadroka y "Hauxe da nire ametsen kolorea" de Rouge Eléa. Es guitarrista de Muskulo y tiene también un proyecto en solitario llamado "Nigara Zuek".
Hablamos con él sobre su trayectoria y su proceso creativo.

"La música en un espectáculo,
es un personaje más"

ENTREVISTA

ENTREVISTA: OSCAR MANSO
FOTOGRAFÍA: ÁLVARO LEDESMA

LOS COMIENZOS

¿Cuándo y cómo empezaste a interesarte por la música como profesión?

Yo creo que a planteármelo ya como un camino más de vida fue cuando se me quitó un poco la tontería de la universidad, del oficio y del camino que me habían marcado. Creo que al ir a Barcelona se me abrió todo un universo de posibles profesiones o posibles caminos, que no eran simplemente el que yo había elegido, que era ingeniero electrónico. Me había ido a Barcelona un poco escapando de eso, de un trabajo cuadriculado. En un momento dado tenía que preguntarme qué hostias iba a hacer yo con mi vida. Después de haber estado en mil curros diferentes. Currillos de dos meses, de quince días, de aquí para allá.

Nunca había dejado de tocar cosas. El clarinete ya lo había dejado, pero antes de dejar el clarinete ya había empezado con la guitarra de manera autodidacta y a hacer mis cosas, siempre por mi cuenta. En ese momento decidí estudiar luces y sonido, lo que me ligó mucho a las artes escénicas, con las que ya tenía relación antes por medio de Mikelazulo. Al principio como iluminador, sobre todo. Y por medio de esa relación, al volver otra vez a Euskal Herria, me empiezan a proponer, además de luces, hacer también música para espectáculos. Y ahí es cuando esa decisión toma cuerpo en una profesión que poco a poco está basculando cada vez más de la iluminación hacia la música. Aunque siempre sin dejar la iluminación de lado, porque es algo a lo que también le tengo mucho aprecio.

La primera vez que te proponen realizar la música de un espectáculo, ¿te entra un poco de vértigo?

Yo creo que en un primer término lo cogí como un juego, porque era un recital de poesía y ya había participado en muchos. Igual más escribiendo y recitando, pero, de repente, lanzarme a una especie de performance poética poniéndole música… bueno, sí, me dio un poco de ese vértigo, pero me lancé directo. Igual fue más cuando me proponen hacer la música en directo de un espectáculo teatral, porque era algo más serio. Serios eran lo dos, pero uno era más un juego y el otro era más un trabajo. Esto fue cuando me ofrecieron hacer la música para Azken Portu, de Dejabu, espectáculo que seguimos realizando después de siete u ocho años. A partir de ahí ya fue todo bastante rodado.
De todos modos, tengo que decir que cuando me propusieron eso, la música ya estaba creada. Yo tenía que adaptar esa música a mis instrumentos: al clarinete, a las pequeñas percusiones que tocaba Mikel [Ugarte], pero la música ya estaba creada.

Ander Fernández

“ Empecé a plantearme la música como profesión, cuando se me quitó un poco la tontería de la universidad, del oficio y del camino que me habían marcado.”

BANDAS SONORAS Y MÚSICA EN DIRECTO

Trabajas en diferentes tipos de espectáculos y para distintas compañías. En el proceso de creación de estas obras, ¿hay mucha diferencia entre la creación de algo para Rouge Eléa, por ejemplo, que juega con formatos híbridos entre danza, música y teatro, o crearlo para Dejabu, que tiene un código más puramente teatral?

Bueno, hay que empezar diciendo que grabaciones de bandas sonoras, solo he hecho tres. Luego he sido músico en directo de otras obras. También son dos tipos de composición diferentes. No es lo mismo componer una música para una obra, con instrumentos que puedes no dominar, que componer para una obra donde tú tienes que interpretar la música. No es lo mismo darle al play, que tener que tocarlo tú en directo [risas]. La primera banda sonora que creo y que grabo es Arrastoak, de Dejabu.

Otra diferencia es que no es lo mismo una obra más puramente teatral o una obra más coreográfica, como puede ser una de Rouge Eléa, en la que la música es casi el texto. Y ya no es solo cuestión de música, hablemos del elemento sonido del espectáculo. Aparte de la voces de las personitas que están encima del escenario, todo el envoltorio sonoro, que, no sé cómo llamarlo, pero para mí es como un colchón donde vamos a sentar al público para que esté cómodo, incómodo, para que le pinche… Es casi una manipulación de los sentimientos. Y es algo que te va a marcar el ritmo, que te va a ayudar a enlazar. Pero siempre con un color, con una emoción.

En el caso de algo más coreográfico es más potente, porque tiene que llenar mucho más. Coge mucha más importancia y, a la vez, según qué tipo de espectáculo sea, puede ser más accesorio, pero aún así necesario para llenar. Porque muchas veces tenemos ese miedo de que el movimiento en el vacío como que no, ¿no? En el caso de las obras en las que yo he trabajado, siempre hay una carga emocional muy potente, y creo que mi música va también por ahí.

Lo que es muy distinto es la cantidad de música que vas a meter. En una obra de teatro va a servir para apoyar ciertos momentos, para subrayar, mientras que en el caso de una obra más coreográfica, tiene que llevarte. Es más el motor. Y, como decía, es importante el elemento sonoro. Todo ese universo de sonidos que vamos a utilizar también para ambientar, y que forman parte, casi, del orden de la escenografía. Son la escenografía sonora, digamos.

Ander Fernández

“En el caso de las obras en las que yo he trabajado, siempre hay un carga emocional muy potente, y creo que mi música va también por ahí”

LA MÚSICA: UN PERSONAJE MÁS

Nos hablabas de Barcelona, donde estudiaste luz y sonido. Después estuviste en París estudiando música para cine. ¿Puedes aplicar los principios que aprendiste allí al trabajo que haces en el teatro?

Sí, lo de París fue más tarde y fue al mismo tiempo que componía mi primera banda sonora. Y sí, por supuesto que se puede aplicar. Era un curso muy potente, de muchas horas, sobre música aplicada a la imagen. Estaba, sobre todo, relacionado con las sensaciones, los sentimientos. Cómo está estructurada la música que se utiliza para dar un color u otro a una escena. Del orden de la manipulación que decía antes, pero llevado al extremo. Ese curso me sirvió para, por un lado, darme cuenta de ese poder que tiene la música y cómo tenemos tan codificados y tan asimilados esos códigos sonoros, y, al mismo tiempo, me dio herramientas técnicas para construir esas músicas: utilizar bancos de sonidos, utilizar el teclado para componer y quitarme los miedos para poder lanzarme en una composición. Porque antes a lo mejor no me atrevía a ponerme delante de una partitura y escribir para un chelo, y de repente entendí que podía hacerlo. Al final, el objetivo del curso era que tú pudieras hacer una banda sonora de un corto de quince minutos en una hora. Utilizando unas fórmulas, tienes que crear una célula inicial, y a partir de ahí, casi de manera automática, lo demás. Un logaritmo podría hacerlo. De hecho, me imagino que lo hacen.

Ander Fernández

“No es sólo cuestión de música, hablemos del elemento sonido del espectáculo [...] Es casi una manipulación de los sentidos”

¿Está tan estandarizado? ¿Puedes decir que si utilizas esta o aquella escala creas melancolía, con tal tonalidad desasosiego…?

Sí, sí, las estructuras están ahí. Luego, claro, está el poder del compositor de darle ese toque personal y de darle una unidad, que no se salga de madre, que no remarque demasiado… y bueno, claro, el director me imagino que también tendrá algo que ver cuando hablamos de cine.

Cuando hablas de manipulación da un poco de miedo, ¿no? ¿Te pasa que ves algo de no ficción y oyes una música o un sonido y piensas: eso no debería estar ahí?

Sí, sí. Y piensas: qué horrible; o: me están imponiendo algo. Y por naturaleza, te pones a la contra. O un melodrama en el que sabes que este es el momento triste en el que los violines de toda la vida tienen que aparecer para que te sientas triste. A mí eso me chirría enseguida. Es algo muy potente, pero hay que saber utilizarlo.

Y luego estamos en lo de siempre. Al gran público no le chirría y funciona, pero a mí me parece muy reductor de la gama amplísima que tenemos. A mí me gusta que me jueguen y que la música sea casi un personaje más. Según la propuesta artística, claro, pero que tenga su propia entidad. Hoy en día la tendencia es a estandarizar y ya no hay ese gusto por la melodía, por acompañar a un personaje. Yo necesito melodía y que me enganchen con ella. Y es algo que está muy olvidado. La melodía está apaleada hoy en día. En todo, no sólo en el cine, en la música en general. Se tira por los suelos. Es horrible. No se cuida, no se trata, no se busca. Como con todo. Con la comida, con la imagen, con todo.

Ander Fernández

”Yo necesito melodía y que me enganchen con ella. Y es algo que está muy olvidado. La melodía está apaleada hoy en día.[...] No se cuida, no se trata, no se busca."

EL PROCESO DE CREACIÓN

Volvamos al proceso de creación de tus obras. Cuando te han encargado algo y luego les presentas un boceto, ¿tienes que hacer muchas rectificaciones? ¿Te han echado muchas ideas para atrás y has tenido que recomenzarlo todo?

Pues hasta ahora he tenido bastante libertad, pero a menudo ocurre que a mí me gusta una idea que he encontrado y estoy empezando a construir algo a partir de ahí y que te digan que no, que eso no les vale.

A mí me presentan una idea. Y lo que a mí me interesa es el alma del espectáculo. Cuál es la sensación que queremos transmitir. Y luego me suelen decir la cantidad de temas que creen que van a necesitar, cortinillas, etcétera. Aunque eso puede ir variando, claro. En el proceso creativo, tanto el espectáculo como la música dan muchas vueltas.

Lo que hago es coger la guitarra y buscar la secuencia de notas que va a darme el esqueleto, o el embrión de lo que va a ser la música después. Luego se va a desarrollar, a deformar, a coger ritmos diferentes, pero me va a dar una armonía desde la que desarrollar diferentes músicas para diferentes momentos. Intento no desviarme demasiado de la idea inicial que ha motivado el resto, para que no haya músicas extraterrestres. Porque ese también es un peligro. Me gusta que, aunque una canción sea techno y la otra con violines, que tengan un alma común.

Intento también que el instrumento principal sea el mío, la guitarra. Porque si no, hay que contratar también a otros músicos y va a costar más dinero, o vas a tener que utilizar secuencias MIDI y seguramente sonará bastante más falso.

Ander Fernández

”Lo que hago es coger la guitarra y buscar la secuencia de notas que va a darme el esqueleto[...] me va a dar una armonía desde la que desarrollar diferentes músicas para diferentes momentos."

PROYECTOS MUSICALES PROPIOS

Muchas de las ideas que tienes cuando creas para espectáculos te las llevas luego al local de ensayo de Muskulo, donde toman una forma distinta. ¿Te aferras mucho a tu idea inicial o lo que buscas, precisamente, es que esa idea se transforme en otra cosa?

Sí, lo que yo llevo es solo ese esqueleto melódico, para que luego coja la forma que sea con las aportaciones de los cuatro. Son ideas que me parece interesante llevar a una banda y que no se queden solamente en una grabación. Pero siempre con la intriga y el deseo de saber en qué se pueden convertir.

Además de tu trabajo en el teatro y de Muskulo, tienes también un proyecto en solitario que se llama Nigara Zuek. Háblanos un poco de él.

Nigara Zuek surgió porque durante estos años en los que he estado desarrollando la música a un nivel más profesional hay muchos tiempos muertos en los que me ponía a jugar con la guitarra y empezaba a meter la voz. Me costó mucho tiempo combinar guitarra y voz. No conseguía tocar y cantar al mismo tiempo. No sé ni cómo, pero poco a poco empecé a crear canciones con voz. En esos tiempo muertos entre el enfoque de luces y el bolo puedes tener dos o tres horas, y lo tienes todo montado, así que me ponía a jugar. Luego ya en casa le daba forma a eso y rescataba temas que estaban olvidados por ahí. Cogía textos de amigos y les ponía música. De repente tenía entre manos diez o doce temas que me parecía que eran dignos y tenían una entidad propia, y decidí grabarlos. Me fui a una cabaña en las Landas, grabé los temas y monté este proyecto, que de momento tiene solo ese primer disco, pero que creo que evolucionará de alguna manera. No sé aún hacia qué. De momento tengo un concierto en diciembre en Oihaneder Euskararen Etxea de Gasteiz, y para ese día tengo que darle aún unas vueltas, tengo algún tema nuevo y algunas ideas en la cabeza.

¿Algún otro proyecto en el que verte u oírte en directo próximamente?

Hay una obra en la que estoy trabajando la música, Chis y Garabis, que se estrenará en algún momento de este año. Tenemos también algún concierto con Muskulo. Y con Rouge Eléa actuamos en Azpeitia y Durango. Ahí me encargo de las luces y he compuesto la música.

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